Si, categóricamente lo afirmo, le estoy muy agradecido a la vida, por muchas razones, y, una de ellas, es, sin lugar a duda la forma de ser de mis clientes.
¿Porqué afirmo esto? Porque confirmo con precisión que, muy independiente a tener utilidades, ganar mercado, ser líderes en sus segmentos y categorías, todos ellos, todos tienen un estándar de moralidad que supera la ética. Explico:
La ética empresarial en mi entender son la serie de reglas, normas, principios y demás lineamientos de comportamiento y actuación que cada empresa establece como un código interno de conducta.
Sin embargo, la moral es todo aquello que las personas tienen, y donde diferencian entre el bien y el mal, entre lo correcto y lo incorrecto. La moral, es un tema personal, que muchas veces incluso se confronta con la ética misma, y así, una persona en su calidad de ser miembro del equipo ejecutivo decide lo que siente a nivel individual como correcto, actuando conforme a sus creencias, principios y valores propios.
Es así como en esta época, la moralidad de todos aquellos con los que trabajo ha aflorado. Se ha elevado, y han tomado decisiones fuertes, que afectarán sin duda a su negocio y a mi negocio, todo, por un bien superior a cualquier ganancia, a cualquier crecimiento económico, en una época en México y el mundo que pide a gritos que nos adaptemos, que hagamos algo para ser más ágiles, más precisos, a cerrar negocios que produzcan beneficio e impacto económico, social y bienestar a otras personas y empresas.
Y, es que, todos ellos, casi de forma conjunta, como si todos se pusieran de acuerdo, están posponiendo sus actividades comerciales, limitando el contacto con sus clientes, para evitar que la pandemia del coronavirus crezca por sus actividades comerciales.
La mayoría de ellos, con servicios ya contratados, ya pagados, ha tenido la delicadeza incluso de hablarme personalmente, de DISCULPARSE, si, disculparse, aun y cuando nada es realmente culpa de ellos por parar sus actividades comerciales.
Si. Todos vamos a sufrir por ello. Todos tenemos las juntas, los viajes, las actividades, los eventos, las horas de consultoría, los talleres de negocio, los cursos, los congresos, las sesiones donde se reúnen decenas o cientos de personas, buscando hacer crecer sus productos y servicios, en búsqueda de mejoras cuantitativas, multiplicar la productividad, mayor rentabilidad y ahorros de costos.
Todo se está dejando a un lado, para cuidar la salud de sus clientes y proveedores, a costa de pérdidas, de cancelaciones, de penas convencionales por incumplimiento que ellos están absorbiendo valientemente, diría heroicamente, para procurar a su mercado, y con esto, literalmente previniendo una catástrofe nacional y mundial.
Claro que me dolió posponerlo todo. Claro que no es “bonito” frenar de 100 a cero en un segundo. Pero, en el fondo, me emociona y me hace reconocerlo públicamente, pues ellos están haciendo lo que diversas autoridades deberían de hacer. Están sacando lo mejor de si mismos, su ética personal, lo que saben que es lo correcto, corriendo riesgos grandes, apostándole a que habrá que hacer más y más rápido después para lograr sus metas y números, poniéndose pues, en una situación incómoda con conocimiento de causa, todo para literalmente cuidar al mundo entero.
Queridos clientes: los felicito, los aprecio, y por supuesto, cuando el momento lo permita, les hago mi más clara promesa de ofrecer el compromiso de mi empresa y de mi persona, apoyándolos hasta las máximas consecuencias, con todo lo que de mi dependa, para cubrir con sus factores clave de negocio, para lograr sus metas en menos tiempo, adaptándome a todo lo que deba de hacerse, pues entiendo su sacrificio.
Los admiro, y los quiero. Vamos, sin duda todos a salir adelante.
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