Ha llegado la última semana del año. De manera frenética los aeropuertos, centro comerciales y en general hasta los sitios para comer se llenan de personas que han dejado sus hogares para “descansar” o “vacacionar”.

Sin embargo, un componente indispensable lo conforma el indiscutible uso de internet.

Algunos lo usan para no parar de consultar sus redes sociales, en especial Facebook

Otros no resisten ver si se les busca en el trabajo para cualquier tipo de consulta.

Y unos tantos más para ver todo tipo de portales, actualizaciones instantáneas, sean estas de Instagram, periscope, o spotify.

Algunas personas consideran de ridículo a ofensivo que casi toda la familia esté “conectada” y que sufra amargamente cuando el sitio en el que se encuentran no tiene o simplemente ya no puede atender la conexión de una persona más.

¿Será esto un acto ofensivo? ¿Realmente no es necesario? Pero en especial, ¿será que por estar conectado no se disfrutan las vacaciones o más bien no se está siquiera de vacaciones?

Tengo que admitir que yo soy de los que no está en esa situación. Es más, puede ser que el simple hecho de no tener acceso a internet en determinado lugar implique en mi caso escoger otro sitio.

Mi plan celular permite varios gigas al mes de datos para conectarme a internet, como seguramente pasa con muchas personas, y de hecho ciertas redes sociales ya son ilimitadas, estp es no consumen datos de internet, pues están “abiertas” a todo lo que yo desee.

Pero si hablamos de negocios, aun de vacaciones, considero que soy bendecido por el hecho de si poder responder y resolver lo que desee en cualquier lugar y momento.

Me sucedió esto justo hace un par de días.

Un cliente decidió de último momento que quería anticiparme un pago antes de que se acabe el año.

Y por supuesto que, cuando quieren pagarte desesperadamente aun con la oficina cerrada, esto es una actividad de misión crítica.

Solo hace unos años, esto hubiera implicado gran frustración. Simplemente no se hubiera podido hacer.

Pero gracias a que la tecnología está en donde está hoy, realmente pude “descansar” al saber que podía responder, sin ayuda de nadie más que yo mismo y lograr atender ésta necesidad.

Para poner todo más complicado, esto sucedió justo antes de despegar.

La maravilla empezó justo en ese momento pues para mi sorpresa, el avión en el que me encontraba tenía servicio de internet.

Asimismo, hace años hubiera tenido que imprimir una factura y ver como mandarla. Pero gracias a que ahora el servicio de facturación está en internet y las facturas son documentos electrónicos me fue cuestión de menos de 5 minutos el conectarme por 30 minutos a razón de $55 pesos (algo así como $3 dólares) y desde las alturas emitir la primera factura a un cliente a 800 kilómetros por hora y 10 kilómetros de altura.

Mi cliente la recibió en segundos después de haberla creado, mucho antes de cerrar sus oficinas y por supuesto procesó el pago. Simplemente “mágico”.

¿No descansé? ¿Me arruinaron las vacaciones? ¿Me sentí presionado? Más bien, si no hubiera podido reaccionar instantáneamente me hubiera frustrado, tal vez recordaría a cada rato que no pude ganar una última oportunidad al cierre del año y por supuesto que eso me hubiera provocado más presión, tristeza y hasta incomodidad por no poder atender un cliente muy probablemente durante todas mis vacaciones.

Todo esto me tomó menos de 15 minutos. 15 minutos que me hicieron sentir muy bien.

Así que hoy por hoy, poder reaccionar al instante gracias a la tecnología móvil, a los servicios que existen en la “nube” y a que internet se encuentra en más y más lugares, aseguro que podemos sentirnos más contentos, relajados y con mejor capacidad de disfrutar las vacaciones por, de vez en cuando, podernos poner en modo de trabajo, resolver algo simple, y seguir en lo que estábamos.

Simplemente, vivimos en la mejor época posible, no me imagino qué sería “desconectarme” por completo. Creo que sencillamente me traería más angustia que descanso.

¿Tú que piensas?