
Innovar, dependiendo de la época ha buscado diferentes resultados.
En la década de los años 80 por ejemplo, el centro de atención en los negocios era reducir costos operativos. Mientras menos costos mejor, hasta ridiculeces que tenían efectos más negativos que los costos que representaban.
Fue entonces cuando la innovación se volcó a la agilidad empresarial, y así vimos como el empleo de sistemas crece junto con el cómputo personal, sea para administrar el negocio o la producción, la atención del cliente o la cadena de suministro entre muchos puntos.
Sin embargo, la agilidad no garantizaría nunca el éxito, pues hacer más rápido algo que en principio está mal planteado es solo correr riesgos a mayor velocidad.
Y justo en ese momento, la innovación se volcó en hacerlo todo más flexible. Hablamos de mediados de la década de los 90, con el empleo de sitios de internet, que empezaban a permitir tomar decisiones precisas en cualquier lugar y momento.
En los primeros años del siglo 21 vemos como la flexibilidad se sustituyó en términos de la innovación en anticipar y responder mucho antes de que alguna situación sucediera, de manera “predictiva”. Esto marcó un cambio en todo, en poder evitar mermas, o costos de los años 80, de hacer todo rápido, como lo fue la década de los 90, de tener todo flexible, como fue a inicios del siglo 21, ahora con mejoras en la cadena de suministro, ligando diversos actores dentro de muchos proveedores y su impacto en sectores enormes de clientes.
Ya entrados en la tercera década del siglo 21 empiezo a ver un cambio muy dramático, que tiene todo que ver con las decisiones que deberás de tomar.
Veo que, si bien la innovación seguirá, siempre lo que sucede es una mejora radical de la época anterior, anticipo por ejemplo la virtualización y la realidad aumentada como jugadores clave en “potenciar” decisiones y situaciones que no son tan fáciles de ver por solo anticipar y responder. Veo por igual cómo la inteligencia artificial y el aprendizaje de máquina (machine learning) van a enriquecer y potenciar las decisiones de las personas, por solo mencionar algunos puntos.
Pero, sin invertir una palabra más en este razonamiento, tras décadas de innovación veo un cambio radical ahora.
En casi todos los campos lo que veo venir con más determinación que nunca es que estamos pasando de innovar a inventar.
La innovación construía algo mejor con base en lo anterior.
La invención gesta por primera vez algo que no existía, así de sencillo.
Muchas de las herramientas que permiten la invención, ya existen, simplemente se van a aplicar y/o combinar de manera diferente.
Desde 2020 veo como han surgido servicios nuevos, con propósitos nuevos, con métodos nuevos.
Claro, parte obedece a un fenómeno de “cisne negro” donde todo cambió radicalmente.
Pero en otros casos, se necesitaba un cambio más allá de la innovación.
La invención es lo que abrirá nuevos mercados, nuevos perfiles de clientes, nuevas soluciones a demandas potenciales que existen, pero no estamos tomando en cuenta.
La invención trazará rutas en territorios desconocidos hasta ahora.
A todo esto, ¿qué puedes hacer tú como persona, como profesional, como comerciante o empresario?
En mi opinión viene una etapa de intensa reflexión.
- Observa tu mercado actual, pero, también observa un mercado en el que nunca has estado.
- Detecta las necesidades del momento, pero esfuérzate en ver lo que se requerirá en un mediano plazo.
- Ubica lo que está siendo incómodo o molesto para muchos, en especial cuando antes no lo era.
Todos estos puntos y muchos más son el inicio de una invención. La innovación en todo esto vendrá después de las primeras invenciones.
Los que inventen tendrán muchas mejores oportunidades, un mercado virgen, un apetito de clientes enorme y mayor que los que solamente están innovando.
Esto es lo que veo, espero no equivocarme en este juicio, pues yo mismo he empezado a inventar diversos servicios, y si, veo un futuro prometedor, enriquecedor como reto, pero sobre todo muy divertido y entretenido, y por eso, te deseo de corazón que te pase lo mismo.