
Vivimos sin duda en un momento donde tecnificar nuestro negocio es algo muy viable. Los precios se han caído significativamente y los modelos de adquirir aplicaciones como un servicio han simplificado la operación y empleo de la tecnología.
Antes se tenía que adquirir el equipamiento, las aplicaciones y los servicios, hoy todo esto se ha convertido en una renta.
Sin duda, el primer pensamiento es considerar que esto es el modelo único y dominante, pero si algo es claro en tecnología es que no todo es blanco o negro, abunda, por el contrario, una gran dispersión de tonalidades de gris.
Y así, podemos ver por ejemplo cómo la nube en internet, conocida como esa conexión por la que nuestras aplicaciones y servicios operan se “apetece” como la única y mejor opción… y en verdad, esto no es del todo cierto.
Pagar por lo que se usa
El primer mito es que precio de operar. La promesa de estar en la nube y consumir solo por lo que se emplea suena muy bien. Sin embargo, esto se va complicando cuando el empleo de lo que se usa es en consumo libre y puede haber errores o transacciones que no provocaron una venta, pero si usaron el servicio, y eso se tiene que pagar, aún sin haber provocado un beneficio. Lo mismo ocurre cuando no se contemplan bien los “picos de demanda” y estos no son por ventas sin por un error en la aplicación donde no hay forma de frenar el gasto provocado por personas insatisfechas que levantan incidencias y consumen recursos, por dar solo un ejemplo.
En pocas palabras la nube no siempre es lo más “barato”.
Leer el contrato
Algo que suele suceder en no leer con detalle lo que se obtiene cuando se contrata la nube, en especial ciertos servicios que tuvieron su razón de ser en un momento, pero que se dejaron de emplear y “curiosamente” se siguen pagando mensualmente aún sin usarse. Es por ello que se debe de leer y entender todo lo que implica el uso del servicio, pues en algunos casos puede ser más rentable, por ejemplo, comprar la licencia de cierto programa u aplicación y solo pagar por su uso en la nube que el adquirir la licencia del proveedor de la nube. En más de una ocasión he visto que por “comodidad” o conveniencia se contrata todo con el proveedor de nube y se paga unas 3 veces más lo que hubiera costado solo operar la licencia que fue adquirida de forma independiente.
El complicado análisis del “tráfico”
A veces puede resultar mejor que parte del procesamiento ocurra en equipos propios que tienen un “tráfico local” dentro del mismo inmueble, a pagar por el tráfico en la infraestructura pública. En pocas palabras, pasar cierta parte del proceso a ser hecha “en casa” puede ser mejor que hacer esto 100% de manera externa. Y esto se complica cuando sucede un ataque de negación de servicio, por ejemplo, que si no está contemplado puede gastar mucho dinero y ni siquiera darnos cuenta a tiempo.
El almacenamiento: no es gratis
En la nube se puede contratar de varias formas el almacenamiento, y se nos puede cobrar solo cuando este se usa o accede. En empresas que requieren de archivos muy grandes esto puede ser contraproducente si se la pasan viajando y almacenando en la nube. No solo demandan de un servicio de mayor volumen de comunicaciones, sino que la facturación puede dispararse mes con mes y esto sucederá una vez ya incurrido el gasto, esto es, se tiene que pagar porque se tiene que pagar. De nuevo, puede convenir aquí un modelo “híbrido” donde parte del almacenamiento es proporcionado por la empresa y parte es del proveedor de servicios en la nube. Cada caso es distinto y tiene que ser analizado cuidadosamente.
Administrar la nube
Esto no es una tarea trivial, y parte seguirá dependiendo de la empresa y no del proveedor de la nube. Mientras más aplicaciones diferentes se tengan y más ambientes de nube deben de administrarse, se puede caer en un diseño muy complejo que demanda de mucha atención para ser bien administrado. Lo peor es que puede darse el caso de perder más tiempo en administrar el ambiente de nube que las mismas aplicaciones que son el objeto principal del negocio.
¿Abandonar la nube? Cuidado
Así como cambiar de sistema administrativo, cambiar o dejar la nube puede ser una tarea muy complicada, tanto que puede ser que debamos de quedarnos encadenados a ella por un tiempo más largo que el deseado o con cierto proveedor porque puede haber costos de migración y penalizaciones por abandono prematuro tan severas que hacen inviable el optar por salirse de ella.
Conclusión
La nube para ciertos negocios es en una palabra indispensable. Es más, hay ciertos negocios que simplemente sin la nube serían inviables.
Pero esto no quiere decir que la nube es para todos, o incluso que la nube debe ser empleada para todo.
La sugerencia, como en cualquier caso es estudiar las necesidades reales y asesorarse muy bien en todo lo que implica este tipo de uso de la tecnología, típicamente por una empresa ajena a las que atienden servicios en la nube.
No hacerlo así puede representar perder dinero, agilidad o hasta el negocio. La prudencia es clave, pero la investigación lo es más.