
El empresario en esta época está cambiando a paso veloz. Muchos aspectos de los negocios han cambiado, empezando por la gran necesidad de cambios bruscos que el entorno está exigiendo.
Con base a los años que llevo trabajando, busqué concentrar en algunas características las nuevas formas que he visto en el empresariado. No podría decir que una sea mejor que otra, pues depende lo que se está buscando. Lo que si me es claro es que tener un determinado estilo cuando no es el óptimo hace que la empresa sufra en todas sus áreas.
Por lo anterior, reconocer estos estilos de operación y lo que pretenden pueden dar una idea valiosa de cuando menos identificarse y estar seguro de que eso es lo que se persigue, y, en caso contrario, escoger un mejor estilo y adaptarlo, no sin antes enfatizar que no hay un mejor modelo empresarial que otro, pues depende del mercado, geografía, tipo de producto o servicio y entorno político-económico.
Estos son los estilos que ubico:
El empresario del pasado.
No lo digo de forma despectiva, su interés principal está en analizar estados de resultados pasados, el control y cumplimiento y cómo estar al día en esos temas. Sus retos son los modelos disruptivos que conducen a nuevos negocios, y eso provoca no ser nunca el agente del cambio, si acaso ser un seguidor de ello. Considera a la tecnología como algo “necesario” pero en el mismo nivel que la energía eléctrica, el agua o el gas, y por eso innovar será de imposible a complicado. Su organización consecuentemente busca primordialmente reducir los costos, pero llega a una limitante cuando afronta el reto de usar nuevos procesos o sistemas para poder llegar a nuevos ahorros.
El empresario estratega.
Mucho más consciente en poder anticipar aspectos disruptivos en el negocio y actuar en consecuencia, precisamente por entender y poder medir sus objetivos y por ello tener un enfoque en el cómo lograr que se cumplan. Con ello en mente es más propenso a invertir en mejorar los procesos y por consecuencia no le teme a la tecnología. Su gran reto sin embargo está en la buena comunicación con la gente en mandos operativos y gerenciales que es donde puede fallar la estrategia.
El empresario metódico.
Está inmerso en el análisis de métricas internas, buscando conseguir entender todo por los números que arrojan sus indicadores de desempeño. Esto le permite anticipar peligros hacia su negocio y alertar a las áreas directamente afectadas o involucradas en poder responder a los riesgos. Pero, este foco en el análisis no permite llegar a resolver problemas que tienen que ver con el entorno, y con ello la competencia cuando se trata de una disrupción del mercado que está por cambiar a su industria o segmento del mercado. Por lo anterior, si no se mide no le interesa nada más, y tiende a obviar todo lo nuevo que no se ha podido cuantificar.
El tecno empresario.
Su foco es continuamente actualizar los sistemas y tecnología del negocio a cambio de logar más flexibilidad operativa, y en especial incrementar la productividad. Esto anticipa que al compararse con su competencia se puede asegurar que por lo menos está igual que ellos, si no es que lleva la delantera. Sin embargo, todo exceso no necesariamente es óptimo, y si bien su empresa no fallará por aspectos sistémicos o tecnológicos si puede errar en su interacción con clientes, proveedores o incluso sus internos, al no tener énfasis en crear ambientes colaborativos y de cuestionamiento no cuantitativo o sistémico, pues todo acto social, o ajeno al trabajo lo considera una pérdida de dinero. Raros son los casos en los que este tipo de empresario pone un empeño equivalente en los colaboradores.
El empresario colaborativo.
Su énfasis está en las personas y colaboradores. Invierte en herramientas para mantener y fomentar la creatividad basada en los choques de talento que el mismo provoca con sus internos, clientes, proveedores y otras empresas similares a la suya. Por su naturaleza, sabe escuchar y tiene una disciplina para hacerlo, con sus internos, pero por igual o más con sus clientes y proveedores. Sus áreas de oportunidad tienden a estar en los procesos o en la adaptación de ellos a cierto tipo de persona o perfil, en vez de separar a las personas de los procesos.
El empresario visionario.
Siempre curioso de saber “qué es lo que viene nuevo próximamente” es lo que distingue este estilo de empresario. Invierte en entender y anticipar tendencias, usa modelos de analítica predictiva, análisis del sentimiento y es fanático de la economía del comportamiento entre otros temas. Le invierte tiempo a estudiar a su competencia y a participar en foros del objeto de su negocio, académicos y estudiosos de los temas de su interés y empresas y sus emprendedores lo cual le permite anticipar la disrupción y ser de los primeros en aprovecharla. Su reto es claro: poder implementar la ejecución de todo lo que ha estudiado, donde todo recaerá en qué tan bien articulado esté su equipo de colaboradores y que se cuente con los procesos para poder adaptarse a un nuevo orden.
Como conclusión, sea cual fuere el modelo o estilo empresarial que tengas, es claro que la combinación de algunos atributos aquí comentados puede ofrecer alternativas interesantes para operar, anticipar cambios y poder adaptarse a los cambios y/o necesidades del mercado. Es por ello importante:
- Validar si tu estilo empresarial es el ideal
- Adaptar lo necesario para hacerlo óptimo
- No tardar demasiado
Por orto lado, no reconocer estos aspectos pueden llegar a desgastar tu persona y a tus colaboradores, así como generar mucha ansiedad y demoras
Sin embargo, la última palabra la tienes tu: ¿qué estilo empresarial prefieres o consideras mejor? ¿falta alguno? Agradeceré mucho tus comentarios.