Sucede en las relaciones sociales, personales, profesionales y, por qué no, hasta en las situaciones afectivas. Me refiero los perfeccionistas, que en pocas palabras está conformado por un selecto grupo de personas que tienen una o varias de estas características:
¿Qué define a un perfeccionista?
- Si se proponen hacer algo siempre lo hacen mejor que nadie, curiosamente sin necesidades de competencia
- Si algo les llama la atención se vuelven en especialistas en ese tema
- Su sed de conocimientos es insaciable
- No toleran el menor error, simplemente todo debe de ser perfecto, sin excusas
- Revisan, y revisan, y revisan todo para triplemente asegurar que todo lo que se propongan sea impecable, esto va desde la ropa que se ponen hasta el más mínimo detalle
- No toleran la crítica, ya sea a su persona, a su trabajo o a ambas, y esto les hace bajar su moral y auto estima
- Para que las personas puedan ver el resultado de su trabajo debe de ser todo óptimo, esto es, eficiente, estético y funcional.
¿Qué define a un ejecutor?
Hay otro tipo de personas por su parte cuyas características son de la gente que hace que las cosas sucedan a los que denomino ejecutores y entre cuyas características pueden estar las siguientes:
- Son muy creativas e innovadoras
- No se frustran cuando fallan, es más, no les importa fallar, para ellos las fallas son solo un pretexto para hacer lo mismo de manera diferente
- Son despistadas y por lo general no revisan en detalle lo que hacen. Sale a la primera, como salga y no les preocupa el resultado pues era mejor hacerlo que no “aventarse”
- Les importa poco menos que nada la crítica, es más les llega a dar energía para hacer las cosas de maneras diferentes
- Podríamos decir que sus acciones pasan en 3 niveles: primero que funcione lo que se proponen; luego que funcione eficientemente y finalmente que sea estético.
Perfeccionistas vs Ejecutores: ¿Quién gana?
Tal vez a primera vista los perfeccionistas son el mundo ideal, y en realidad así sería, de no ser porque un perfeccionista difícilmente llega a ejecutar, y cuando lo hace es de manera muy pero muy limitada.
Así encontramos por ejemplo a la persona que planea los viajes más increíbles pensando en el más mínimo detalle que jamás pondrá esa agencia de viajes a la medida por ejemplo.
Así nunca disfrutaremos de ese restaurante que esa persona podría poner por cocinar los guisos más exquisitos pero que jamás abrirá su restaurante boutique.
Así nunca se podrá crear esa agencia de sitios de internet a cumplir con un presupuesto resultará que acabará poniendo dinero con tal de que el cliente esté satisfecho porque a la mera hora había mil cosas más que hacer para que fuera todo perfecto.
Así un increíble editor jamás escribirá uno de los cientos de éxitos literarios que ha revisado y probablemente pudo haber escrito.
Y por una u otra razón todo llega a caer en las manos de los ejecutores, que sin la profundidad, sin toda la inteligencia, sin todo lo “bien hechos”, lo impecable, lo minucioso de los perfeccionistas acaban quedándose con todo el trabajo, clientes y gloria que un perfeccionista nunca llega a ver.
¿Cuál es el principal problema de un perfeccionista?
Si tuviera que decidir por el atributo que más pesa en un perfeccionista para no ejecutar, ¿cuál sería ese atributo que hace la gran diferencia entre un perfeccionista y un ejecutor?
No se debe de pensar demasiado. Ese atributo se llama miedo.
Sí, es el miedo al fracaso, miedo al “qué dirán”, a la crítica, a simplemente cualquier comentario que no sea algo más allá de lo perfecto.
Lo peor: Casi siempre, lo que ya podría hacer un perfeccionista podría fácilmente opacar el resultado de cualquier ejecutor, y por ello lo que acaba pasando con un perfeccionista es simplemente llegar a ser contratado por un ejecutor al que hasta se le regala el nombre de “emprendedor”.
¿Cuántos perfeccionistas están debajo de la sombra de un ejecutor me pregunto? Yo siento que una gran cantidad de no ser la mayoría.
Por lo tanto mi conclusión es muy sencilla:
Hacia el perfeccionista: Respira hondo. Cierra los ojos. Imagínate saboreando el éxito deseado y, simplemente ¡hazlo! El mundo se está perdiendo de mucho por tu loca indecisión.
Hacia el ejecutor: No pierdas un minuto en rodearte de perfeccionistas en todo momento. Escúchalos siempre, pero nunca te detengas de más por el miedo que un perfeccionista te llegue a contagiar, y de preferencia, mejor, gana algo de la sabiduría de los perfeccionistas que solo cosas buenas te llegará a traer.