Puedo considerar que he tenido el privilegio en más de 35 años de vida empresarial de trabajar o haber trabajado para las mejores empresas de México y el mundo.
Sin embargo, en muy reducidas ocasiones he tenido el trago amargo de interactuar con organizaciones, muchas veces muy grandes, que tienen la costumbre en su modelo de negocio de menospreciar y/o poner por debajo de ellos la relación con sus proveedores.
Es de no creerse la falta de visión de entender que, para atender de forma excelente las necesidades de uno de sus clientes, detrás hay no uno, sino varios proveedores que de forma directa o indirecta proporcionaron bienes y/o servicios para que esa organización atienda a sus clientes, y, a pesar de ello, considera que puede y debe considerarse en una posición “superior” a la de sus proveedores cuando, en realidad, dicha relación nunca es por arriba ni por abajo uno del otro, sin que es, en pocas palabras en el mismo nivel.
Así pues, vemos que, en ésta torcida idea, un proveedor debe cumplir al 100% con ridículos caprichos para atender a ese tipo de organización, desde un proceso lento, disfuncional y complicado para “darse de alta” hasta condiciones comerciales como pagos a 60, 90, 120, 180 o 270 días. Esto es, el proveedor se vuelve además una “unidad auxiliar de crédito” o “banco” que presta a tasa cero recursos económicos a esa organización.
También vemos que las condiciones al operar pueden cambiar sin previo aviso, haya o no un acuerdo inicial explícito, donde el proveedor debe acatar todo cambio y el cliente tiene el derecho de molestarse si no es así.
En fin, afortunadamente casi todas las empresas con las que trabajo han dejado esta anquilosada y ridícula idea atrás, y gracias a eso tengo decenas de años atendiéndolos. Han sido empáticos y observado que para una fórmula de impecable calidad en la ejecución y entrega + precisión + gran servicio ellos pueden agilizar pagos para tener mejores precios, ser conscientes de gastos indirectos y absorberlos y en general, buscar que las condiciones de ambas partes sean satisfechas desde un principio o bien, no iniciar relación alguna y así evitar problemas y disgustos a ambas partes.
De allí que anexo una serie de puntos que todo cliente que quiera ser atendido por un proveedor sugiero que cumpla, y a cambio, todo sucederá a pedir de boca:
- Las políticas de pago no aplican por igual a todo producto o servicio. Tener anticipos e inclusive el pre pago de productos o servicios garantiza en proveedores impecables los menores precios y los mejores servicios, prioridad en atención, etcétera. Todo depende de las condiciones tradicionales de oferta y demanda, pero en especial en servicios o productos sofisticados, se debe de flexibilizar la forma de trabajo y así reducir la incertidumbre
al proveedor - Coaccionar a proveedores a tener que suscribirse a determinado producto o adquirir un cierto servicio de ellos mismos para que sean considerados proveedores es un hecho ruin que raya en lo ridículo, en especial cuando no hay un beneficio hacia el proveedor de exclusividad, o mejor aún el pagar extra por ello, por ejemplo. Simplemente no debe hacerse
- No cumplir con fechas de pago es insultante y grotesco. Esto NUNCA debe de hacerse
- Sentirse ofendido como cliente porque el proveedor desde un principio indica con precisión sus políticas de operación, cobro, etcétera y creer que éstas no serán respetadas porque ellos son “el cliente” es en una palabra incorrecto. Si dichas políticas no son de su agrado o no pueden ser cubiertas la alternativa es no entrar en una relación con ese proveedor desde un principio. Pero, si éstas son aceptadas y a la mitad del camino se desean cambiar las consecuencias pueden ser claramente aplicadas por parte de un proveedor. Sentirse ofendido por ello es pensar en ser “superior”, e insisto, ambos están al MISMO nivel.
- En general, no actuar desde un principio rápidamente para hacer que todo suceda no es responsabilidad exclusiva del proveedor. Esto en especial si hay trámites inflexibles y engorrosos para hacer que todo proceso de alta o pago sea ineficiente por naturaleza.
Mi conclusión es que, sin importar tamaños, servicios o productos, son solo los acuerdos que benefician a ambas partes y respetan sus necesidades más básicas los que al final lograran una duración sana y duradera. ¿Estoy equivocado?
No, no estás equivocado.
Sin embargo hay que reconocer que así como existen corporaciones «Clientes» que se comportan como describes (no todas, y creo que tampoco la mayoría), tambien hay «Proveedores» que intentan sorprender a quien contrata sus servicios.
En mi experiencia personal me ha tocado ver de todo, como los que dicen aceptar las condiciones de pago (aunque sean 15 o 30 días que no me parece exagerado) y luego están presionando porque les adelanten el pago. Tengo uno de esos casos justo ahora mismo.
O que aun habiendo recibido el anticipo, no cumplen con las fechas comprometidas de entrega.
Hay de todo.
Por lo mismo lo más importante es lo que mencionas hasta el final que es realizar acuerdos que beneficien a ambas partes y que se RESPETEN.
Me gustaMe gusta