Es increíble ver como una y otra vez la cúpula empresarial sufre de un fenómeno al que denomino el “campo de la distorsión de la realidad empresarial. Éste fenómeno me viene a la memoria de cuando niño veía los episodios de “Viaje a las Estrellas” en donde se hablaba de un campo similar a uno de tipo magnético, pero en vez de atraer o repeler a los cuerpos de su alrededor hacía que todos los presentes vieran y sintieran una falsa realidad, pensando estar en un lugar o situación cuando en realidad estaban en otro sitio y circunstancia, normalmente de peligro. En buena medida siento que, mientras más elevado es el nivel dentro de la organización, los altos mandos y directivos aplican éste mismo fenómeno a su empresa, y o “la ven con buenos ojos” o experimentan un fenómeno de calma cuando en realidad su empresa sufre de un mal grave y urge tomar acciones agresivas para resolverlo. Éste campo de la distorsión de la realidad lo observo principalmente en la nula o muy leve adopción de tecnologías de la información dentro de cualquier negocio. Puedo iniciar por ejemplo con la mínima ejecución que se tiene cuando se trata de la inclusión de servicios de movilidad en la empresa. Lo que debería de suceder en la realidad es ya contar con aplicaciones o “apps” en sus teléfonos móviles de los principales sistemas de misión crítica que permitan a los altos ejecutivos estar al momento en sus indicadores, situaciones que demandan atención inmediata o bien autorizaciones y firmas digitales para permitir que un trámite o flujo de procesos no se entorpezca, simplemente porque el ritmo de los negocios ha cambiado y no hay pretexto alguno para agilizar a la empresa a anticipar situaciones que pueden responderse inclusive antes de que sucedan. Sin embargo, y debido al campo de la distorsión de la realidad, los altos mandos se transportan a 20 o 25 años en el pasado en donde la respuesta era a través de juntas, de llegar a la oficina o de recibir un memorándum para actuar. Otro aspecto en el que se ve a éste campo actuar es en el pobre manejo de modelos nuevos de comunicación como las redes sociales. La mayoría las percibe como un juego, como un distractor, cuando en realidad se puede llegar a medir en las mismas desde la aceptación o rechazo de un producto o servicio por el público consumidor hasta el diseño de publicidad basada en la recomendación de unos cuantos influenciadores que, además de ser más eficaz, sería mucho más económica que las anquilosadas y tradicionales “campañas de medios” que siempre han sido por demás costosas. Un tercer ejemplo es la falta de visión en el manejo del capital intelectual de la organización o más bien conocida como la gente que labora en la empresa. Las áreas de recursos humanos siguen reclutando con parámetros muy modestos cuando en realidad se podría saber con más precisión de las habilidades de una persona por su semblanza y su actividad en medios digitales, menciones previas, forma de reflejar sus sentimientos en espacios digitales, et etcétera. Pero ¿para qué hacerlo si nadie lo hace? Muy simple: 1. Porque si se quieren resultados diferentes se deben tomar acciones diferentes 2. Porque si la competencia lo hace primero se estaría de inmediato en una situación muy poco agradable. Mi conclusión es que la alta dirección debe de dejar de “activar” su campo de la distorsión de la realidad. Apreciar a la organización como la perciben los mandos operativos, los clientes y los proveedores. Pero en especial dejando de contemplar a su alrededor pensando que todo está bien, y probablemente ver la cruda realidad con empresas emergentes o de mejores prácticas que a pasos rápidos pueden acabar con el mercado y su eficiencia operativa, pues de no hacerlo la realidad, al acabarse el campo de la distorsión será simplemente horrible. ¿Tú qué piensas?
3 respuestas a “El “campo de distorsión” de la realidad empresarial”