Se confunde frecuentemente amistad con negocios, o peor aún la no diferencia entre el ambiente de negocios y el ambiente personal. Por lo anterior, comparto contigo las posibles situaciones que pueden implicar lo que se puede llamar un desastre en los diferentes procesos de negocios.
- La veneración del teléfono móvil. Toda reunión personal tiene prioridad absoluta a cualquier llamada o interacción móvil. Si esperas una llamada indispensable déjalo saber a la persona con la que te reúnes. De no ser así de preferencia guárdalo y no lo consultes por nada del mundo.
- La vida regulada por Facebook. Peor aún que un teléfono móvil es la veneración al empleo de Facebook. Simplemente no hay Facebook en horarios de trabajo. Oigo mucho el “pretexto” de poder interactuar con la gente por el sistema de mensajes de Facebook. ¿De verdad eso es lo “profesional”? ¿Y si se opta por Skype o Google Hangout en lugar de eso no sería mejor? La verdad es que la tentación de consultar los chismes del día es más poderosa que solamente interactuar con la gente.
- La redacción de una propuesta o cualquier contacto con el cliente. Normalmente va de lo complicado a lo confuso y de allí a lo inentendible. En especial (y lo peor) es que como conocemos a quien la recibe, nos descuidamos en errores tipográficos y de ortografía, lo cual hace ver cuánto te importa ese proyecto o negocio. Una propuesta es un escrito impecable, claro y al punto. No es una carta entre conocidos.
- Los temas a la hora de reunirse. Es muy molesto que no se tenga una visión clara de lo que se desea conversar. Peor aún es mezclar temas personales con los de la reunión. Y más trágico aun es cuando se abordan temas sentimentales o de aspectos que son diametralmente opuestos al objeto de la reunión.
- El seguimiento. Ésta actividad es la que le da continuidad y conclusión a un negocio. EN la mayoría de los casos no se tiene una documentación detallada de los acuerdos, actividades, pendientes y/u objetivos. Esto conlleva a olvidar la relación o mal atenderla, solo por no tener un sitio donde se documente todo.
- Agendar una reunión. Es ridículo cuando uno deja a su “memoria” el trabajo de recordar cuando ver a alguien. Lo común es que se olvida el lugar y/o la hora. La sugerencia es simple: habiendo tanta tecnología hoy en día el no agendar una reunión es totalmente inaceptable.
- La euforia del cierre de un negocio. En ésta etapa se tiende a perder todo el estilo, y muchas veces un negocio que ya había sido garantizado. Sucede cuando se “festeja” con fuertes dosis de alcohol y hasta se invita al cliente. Simplemente esto no debería de hacerse o estar seguro en el peor de los casos de no perder el control.
- Comunicaciones que van “agregando” detalles. Se solicita algo. Se atiende y se contesta con “nuevas solicitudes” las cuales, también se atienden, solo para recibir otras nuevas solicitudes y así sucesivamente. Y por igual, se solicita información en varios puntos y quien contesta solo responde los que quiere, dejando a otros en el “aire”.
- No saber decir NO. En la mayoría de los casos, aun sabiendo que se nos pide un imposible, ya sea por pena, por no “quedar mal” por evitar una molestia no se sabe decir NO. Toma su tiempo pero cuando se aprende a usar esta palabra los negocios se formalizan y se fijan muy bien las expectativas. Cuando no se usa y debería de haberse empleado lo que sigue es frustración, molestia y hasta pleitos.
- No estar preparado para cualquier interacción. Es muy incómodo que un cliente observe la falta de preparación cuando se establece cualquier tipo de interacción. Es indiscutible que en cualquier llamada, junta, escrito o mensaje se debe de demostrar que se sabe en todo momento la situación específica con ese cliente.
Éstas son las más frecuentes que me han ocurrido pero no dudo que tú tengas tu propio decálogo, y en tal caso sería muy bueno compartirlo. Todos lo vamos a agradecer.