Gastos de venganza

Los gastos de venganza, conocidos en inglés como “revenge spending” se reconocen como la tendencia de muchas personas de gastar más de lo normal después de un período de una situación económica restringida o donde se tuvo que reducir el gasto significativamente, de forma forzada o por alguna situación externa, como una pandemia.

Sin embargo, este fenómeno también puede darse como una reacción a las emociones negativas, tales como tristeza, estrés, enojo, pérdida de un trabajo, el final de una relación o la muerte de un ser querido. En todos estos casos de forma impulsiva puede llegarse a gastar de más.

Y, últimamente, he notado muchos gastos de venganza en personas jóvenes que se han frustrado ante su realidad económica, y al ver que con lo que ganan jamás podrán por ejemplo efectuar un gasto patrimonial importante como la compra de un auto o un lugar donde vivir, deciden gastar en artículos suntuosos como “venganza” ante una situación imposible viendo que, por siempre, por ejemplo, tendrán que vivir en casa de sus padres.

El impacto de los gastos de venganza en las personas

Sin duda, el primer punto en este aspecto es la reducción de ahorros y con ello la pérdida de los intereses compuestos que podrían ser de gran beneficio para las personas en esta circunstancia.

Lo peor es, que inclusive pueden llegar a preferir el endeudamiento como un complemento para lograr sus gastos de venganza, entrando en un espiral de pagos de deuda con alta carga de costos de intereses de sus deudas.

Esto va creciendo hasta tener un problema de liquidez crónico, perdiendo la capacidad de poder hacer los gastos que antes si se podían hacer, y en su extremo, llegan a perderse gastos muy importantes, como un seguro gastos médicos, donde, si algo terrible sucediera, el resultado sería muy desfavorable.

Todo esto terminará por dañar en el largo plazo la calidad de vida, y afectará decisiones trascendentales, como por ejemplo el simple hecho de no tener una relación personal con alguien más por no poderle hacer frente.

El impacto en un país con una “epidemia” de gastos de venganza

Se podría pensar que los gastos de venganza en un inicio pueden estimular a la economía, porque el aumento en el consumo de ventas de la micro y pequeña empresa, el turismo y giros de hospitalidad o entretenimiento irán al alza.

Pero, un aumento exagerado en la demanda de bienes y servicios puede facilitar un incremento en la inflación también, elevando los precios en toda la economía.

Lo anterior, si se mantiene puede provocar un fenómeno conocido en inglés como “boom y bust”, esto es, un ciclo económico caracterizado por un período rápido de crecimiento económico seguido por una desaceleración o hasta una recesión.

Por lo anterior, si una gran parte de la población recurre al crédito para financiar sus gastos de venganza, todo el sistema financiero puede estresarse, pues mucha gente podría dejar de pagar sus deudas y entrar en una moratoria generalizada.

Y, lo peor es que, aquellos que no hicieron gastos de venganza y demás ahorraron, pueden de repente tener posiciones más sólidas que el resto de las personas envidie y con ello provoque desigualdad social de forma ridícula, pues todos pudieron hacer lo mismo, pero al ver a gente más fortalecida, se olvida el porqué se está en una situación negativa y es más fácil criticar a quien tiene o logró algo mejor.

Conclusión

Mientras que los «gastos de venganza» pueden proporcionar un impulso temporal tanto a la economía personal como a la nacional y a nivel personal provocar una satisfacción inmediata pero muy temporal, sus efectos a mediano y largo plazo pueden ser perjudiciales si no se gestionan con cuidado. A nivel personal, la clave es mantener un equilibrio entre satisfacer deseos inmediatos y preservar la estabilidad financiera futura. A nivel macroeconómico, es crucial monitorear estos patrones de gasto para evitar desequilibrios que podrían llevar a problemas económicos más profundos.


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