¿La mejor opinión es la de la persona mejor pagada?

Sin duda, esto es una de las peores deformaciones en la toma de decisiones de cualquier tipo en una empresa: el pensar que la persona de más alto rango, típicamente la mejor pagada, es la persona que tiene el mejor criterio, las mejores ideas y, en general, quien al decir algo diluye o elimina lo que cualquier otro miembro del equipo diga, sugiera o recomiende.

Este problema es tan común que ya tiene hasta un acrónimo en inglés: HIPPO, “Highest Paid Person’s Opinion” o “La opinión de la persona mejor pagada”.

Este problema tiene una clasificación precisa: “El sesgo de autoridad” que es la tendencia a sobreestimar las opiniones de determinadas personas por el mero hecho de ser quienes son y sin someterlas a un enjuiciamiento. Simplemente, su opinión es “la ley”.

¿Cuál es el riesgo de caer en un sesgo de autoridad?

El principal es tomar siempre el último criterio o la última palabra de la persona mejor pagada o con mayor autoridad. Esto se debe a que en esa misma toma de decisiones se puede dejar de tomar en cuenta a las personas más expertas en un determinado tema, o las que tienen mayor experiencia en lo que se está decidiendo, en pocas palabras, si la persona con mayor autoridad decide y se equivoca, en general no puede haber grandes o muy graves consecuencias para los demás, y esto es lo que provoca que una empresa no tome la mejor decisión o pueda progresar mucho más de lo que realmente progresa.

Datos e información: lo que puede y debe ser la diferencia

Estos problemas pueden ser mayores cuando no se tiene de información cuantitativa, por lo que en este tipo de reuniones y/o decisiones, se debe de mostrar cualquier evidencia “dura” como parte del proceso de la toma de decisiones.

Sin embargo, aún mostrando evidencia cuantitativa, he podido constatar que, esa información se minimiza y se sigue con el criterio de la persona con más “autoridad”, lo cuál realmente ocasionará una “miopía empresarial” que seguirá minimizando la evidencia de esa decisión mal tomada, cayendo en un abismo del escalamiento del compromiso, donde se tratará de seguir justificando lo injustificable.

Lo peor es que en muchos casos esa “persona mejor pagada” ni siquiera tiene el contacto con la realidad de lo que se discute, donde niveles “menor pagados” tienen una perspectiva clara de la realidad, pero, por estar tan abajo en la organización, simplemente o no son considerados o ni siquiera son invitados a la toma de esas decisiones.

Por lo anterior, lo que más puede apoyar a una discusión seria con la persona mejor pagada es la información cuantitativa, y el confiar en las fuentes que le dieron origen.

En pocas palabras, lo ideal es tener hechos para la toma de decisiones.

¿Cómo evitar o reducir el efecto de la “persona mejor pagada”?

Independiente a la presentación de información y/o datos, en ocasiones puede ser muy costoso el producir evidencias cuantitativas.

Por lo anterior, se puede emplear información cualitativa, a manera de recolectar opiniones de diferentes personas con un nivel importante del conocimiento que se está discutiendo. Esto se puede dar mediante una encuesta digital, votos a mano alzada o cualquier herramienta que permita rápidamente mostrar la opinión colectiva.

En un tercer caso, si ni los datos ni la información cualitativa funcionan, se puede indicar a la persona mejor pagada que se tomará en cuenta su punto de vista pero que permita al equipo un tiempo para asegurarse que esa acción o respuesta tendrá las mejores consecuencias, esto es, demorar la toma de decisiones para poder medir los impactos de una decisión y asegurarse de contar con los suficientes elementos cualitativos y cuantitativos para ejecutar esa idea o bien indicar las siguientes opciones que son mejores que esa idea, en pocas palabras, ganar tiempo para investigar y asegurarse que no se hará una catástrofe.

Y… ¿Si tú eres la persona mejor pagada?

Sin duda te lo has ganado, y la experiencia es invaluable, pero lo primero es reconocer que tu presencia impone y que este fenómeno sucede más frecuentemente de lo que tú crees y nadie querrá confrontarte.

Por lo anterior, para minimizar esto mi sugerencia es obligar a todos los presentes antes de que tu expreses tu opinión, que ellos den la suya.

Si algo te suena diferente a lo que tu piensas, pregunta todo lo que sea necesario antes de tomar una decisión, y en lo posible solicita evidencias cuantitativas y cualitativas.

Finalmente, no eres la única persona de la empresa, y para hacer crecer a tu personal, lo ideal es permitirles externar sus conocimientos y experiencias, pues lo único común que debe de ser para todos es el impacto positivo en la empresa, tomando la mejor decisión posible en cada caso.


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