El entorno laboral cambiará a 40 horas en vez de 48 a la semana: ¿Qué implica?

México es uno de los países donde la semana laboral es de 48 horas legalmente, y distintas organizaciones mundiales están presionando a que la semana laboral se reduzca a 40 horas. De acuerdo con la OCDE los trabajadores mexicanos tienden a trabajar 2137 horas anuales en comparación con 1752 que es el promedio de los integrantes de dicha organización, esto es, se trabaja en México 18% más que el promedio.

Podríamos preguntarnos, ¿Esto está mal? ¿Lo correcto en tiempos tan complicados es reducir la jornada laboral? La respuesta no es sencilla, pero el mundo dice que sí, y aquí están algunas reflexiones:

La ley de Parkinson vs México

En este episodio expliqué en detalle: la ley de Parkinson, de la que te comento en lo que consiste: “El trabajo se expande hasta llenar el tiempo de que se dispone para su realización en pocas palabras, si algo tiene un tiempo para realizarse de una semana, se ocupará una semana entera en hacerse, pero si se tienen solo 3 días, ese mismo trabajo se hará en 3 días. Ósea, nos “acomodamos” a que un trabajo se haga en el tiempo que tenemos para hacerlo, buscando ocupar ese tiempo entero en hacerlo.

Para este punto puedes pensar que por tener más horas en una semana somos más productivos, pero Parkinson nos permite reflexionar que realmente, podríamos tal vez hacer todo en menos tiempo, y tener más descanso o simplemente mejorar la productividad.

¿Qué demanda la mejora en la productividad?

Este es el punto clave. La productividad se va a maximizar combinando con la misma relevancia 3 componentes claros:

1. La gente: Los trabajadores y ejecutivos son la base o el centro de todo el impacto en la productividad. Las personas deben de estar bien calificadas para hacer las actividades, deben de no solo estar bien capacitadas, sino que, por igual debe de saberse quién sabe hacer qué y/o quien está calificado para desempeñar determinadas actividades y oportunamente emplearlo cuando así lo demanda la carga laboral. Asimismo, se debe de garantizar que tomen las vacaciones que les corresponden y que no se abuse de los horarios de trabajo de forma ilógica. Debemos de entender que no hay peor trabajador o ejecutivo que el que no está certificado o capacitado para las tareas y actividades que le corresponden y además está fatigado. Esta combinación provoca mermas, errores, gastos innecesarios y reprocesos o retrabajos que nunca debieron ser.

2. Los procesos: Cuando se ajustan las horas para hacer algo, los procesos deben de cambiar. Esto no es tan “simple” pues también existen aspectos externos que afectan la demanda de los productos o los servicios que el consumidor o mercado necesita. Los procesos deben de poderse realizar por las personas calificadas en emplearlos, pero debe de haber una inteligencia que los adecué a un entorno siempre cambiante. No afectar los procesos en las variaciones de cargas laborales es una receta para el caos y el fracaso.

3. La tecnología: Mantener un padrón del capital laboral y los procesos que deben de emplearse de acuerdo con la carga laboral y/o necesidades que el mercado demanda puede tener en la tecnología correcta la ventaja competitiva clave para permitir que todo funcione. Esa tecnología debe de tomar en cuenta todo lo comentado hasta este punto (calificación y certificación de la fuerza laboral, capacidad de ubicar cambios en el entorno y con base en lo anterior poder proyectar la cantidad de horas hombre, turnos, quien hace qué cuando, cantidad de personas atendiendo picos de demanda) y demás insumos necesarios para cumplir con lo que se requiere, cuando se requiere. Definitivamente el empleo de la tecnología permitirá toma de decisiones al instante que cuide los presupuestos de operación antes de que se ejerzan para ajustar lo que sea necesario para cumplir con el trabajo.

¿Qué implica no hacer esto?

Seamos claros: una ley no es “optativa” y habrá consecuencias para quien no cumpla que ahora habrá 17% menos tiempo para hacer lo mismo, y sí, hay actividades que demandarán o más personas, o más horas extra, o idealmente, una mezcla óptima entre ambas para tener los mismos resultados en menos tiempo.

Ante esta situación se puede tener todo un mundo de actitudes dentro de las cuales destacó las 3 más típicas:

  1. No hacer nada: Esta “actitud” es la que provoca la muerte súbita de las empresas. Casi en todo tipo de trabajo la fuerza laboral es el costo más considerable, y mal balancearlo puede hacer que los costos de producir algo sean el precio de venta de ese mismo algo por parte de la competencia. Y, cuando eso sucede, ya no hay nada que hacer, así se desee, el mercado se irá por precios más competitivos, la empresa que no cambió desaparecerá en un tiempo récord. No esperemos a que eso suceda, le puede pasar a cualquiera por más “increíble” que sea su negocio, su tiempo en el mercado, etcétera.
  2. Hacer lo “mínimo indispensable”: Esto provoca que, aunque se “reacciona” se reacciona con alta ineficiencia operativa. Un ejemplo simplista es hacer una “regla de 3” y pensar que, si 1000 trabajadores hacen el trabajo en 48 horas, al perder 17% se tendrán que contratar 170 trabajadores más para tener el mismo resultado. Si bien puede “resolver” el problema, lo resolverá como se conoce comúnmente “con fuerza bruta”. Cualquier empresario, persona de recursos humanos, financiero o persona de operaciones entiende que sumarle de golpe a la empresa un 17% de costos puede sacarlos del mercado. Por lo anterior, no, así no se puede pensar en resolver esta situación
  3. Aprovechar este “problema” y convertirlo en oportunidad: No pretendo poner una frase inspiracional solo porque sí, pero, si verdaderamente se hace un análisis introspectivo de la empresa:
    • ¿Cuándo fue la última vez que se revisaron y actualizaron los procesos?
    • ¿Realmente se tiene la tecnología adecuada que permita la máxima eficiencia operativa?
    • ¿Se tiene al personal en un óptimo de certificaciones y calificaciones para hacer el trabajo óptimamente, bien descansados y motivados?

Yo siento que realmente esto no es así, y que las personas no están bien mapeadas, que hacen cosas que no les corresponden o que no saben hacer, que se tienen favoritismos en la asignación de horarios y tiempos extra, en fin, que, al no haber tecnología, se pierde mucho tiempo y se hacen muchas injusticias.

 Las conclusiones de un mal proceder vs hacer lo correcto

Puede haber un “final triste” o un final “feliz”.

En el final triste podemos ver:

  1. Problemas legales y sindicales: Es lógico, la autoridad no dejará pasar por alto la gran oportunidad de cobrar multas brutales por incumplimiento y en paralelo los sindicatos ejercerán sus derechos para hacer paros o huelgas ante abusos que nunca tuvieron que ser
  2. Esa empresa será catalogada como “no grata”: Trabajar en un lugar miserable hará que
    • Los mejores empleados se vayan a otras empresas
    • Nadie quiera acercarse a trabajar allí, por lo que solo las personas menos deseadas en ese tipo de negocio serán las que pueden ser trabajadores “de mala muerte” en esa empresa
    • Lo anterior provoca productos y servicios deficientes y cuando eso sucede, el mercado no perdona, los abandona y esas empresas quiebran

En un final feliz podemos ver:

  1. Aprovechamiento eficiente de la fuerza laboral:  Donde se ajusta a las personas a trabajar en lo que saben hacer, tomando en cuenta la predicción de la demanda y externalidades que la pueden afectar, mezclando habilidades para cumplir con el trabajo, donde una persona puede que logre hacer lo que varias por el simple hecho de estar entrenado y bien descansado para ello, donde los trabajadores tienen cargas equitativas de trabajo, turnos y horas extra sin favoritismos.
  2. Cumplimiento legal y sindical: Todo está documentado, si es necesario prescindir de alguien se tiene perfectamente especificada la o las razones y por igual, esto es excepcional, porque la autoridad constata que todo está en concordancia con la ley y los sindicatos no tienen razón de presionar nada, pues el personal está contento.
  3. Son un lugar aspiracional para el trabajo: Esto es reconocido por el ecosistema de trabajo, y los mejores trabajadores y personal en general aspiran a trabajar allí, por consecuencia, se tiene armonía y se logra captar a las mejores personas de esa industria, que además aspiran a permanecer allí, creciendo la experiencia y reduciendo mucho la curva de aprendizaje, lo cual es premiado con eficiencia operativa, mejores tiempos para lograr el trabajo y lo mejor: clientes satisfechos que prefieren adquirir los bienes y/o servicios de esa empresa, por simplemente ser la mejor.

Hoy es un tiempo de introspección y hacer lo correcto de la forma correcta, sin escatimar en las mejores personas, los mejores procesos y la mejor tecnología.


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