¿Tu auto eléctrico es tuyo? Solo hasta que alguien decida lo contrario…

Estamos viviendo momentos tecnológicos muy interesantes y a la vez peligrosos. La novedad y masificación de los autos eléctricos es una tendencia creciente. Estos autos vienen con una gran cantidad de opciones y características que agradan al consumidor. Gran parte del valor de estos autos es su software. Hace años era el 25% de su valor, y hoy ese porcentaje está aumentando.

Algunas empresas, por ejemplo, empiezan a “activar” funcionalidades como que se puedan calentar y/o enfriar los asientos, y en vez de ser una característica “fija” ahora se maneja como una opción que se renta mes con mes y se activa remotamente.

Ese hecho me hizo pensar por un lado que estamos al borde de un nuevo negocio en el que se tiene que pagar por servicios que viven dentro del mismo auto y eso será una nueva forma de ganar una vez que pensábamos que el gran costo de comprar un auto ya nos daba acceso a todas sus funcionalidades y características, y ahora el auto se vuelve una tienda con servicios por los que se debe de pagar mensualmente.

Lo peor puede que ni lo estemos considerando…

La reflexión anterior me hizo pensar que, así como se pueden activar o desactivar servicios, realmente puede ya no haber un límite.

¿Qué tal si la marca de tu auto decide que por no pagar tu seguro del auto ahora puede hacerlo no poder arrancar? O peor aún, ¿Qué tal si el país de procedencia del vehículo entra en guerra con otro país y provoca que todos los vehículos de su procedencia choquen por tomar el control de ellos o inclusive dejen arbitrariamente de funcionar?

Estos ejemplos pueden sonar como la trama de una buena película, pero, en realidad, ya son una realidad.

¿Cómo se gana el control de estos vehículos?: Actualizaciones “OTA”

 OTA se refiere en inglés a actualizaciones “Over The Air” o actualizaciones por aire. Asimismo, diversas marcas pueden ubicar todas sus unidades geo estacionalmente, pueden establecer fronteras virtuales alertando cuando un auto está fuera del lugar donde debería de estar, en fin, tienen derecho de contactar al vehículo, configurarlo, y hacer prácticamente cualquier cosa que se pueda programar.

Ideas de lo que podría estar sucediendo hoy

De entrada, activar cámaras y micrófonos y poder escuchar cualquier cosa que se haga o diga en el auto, forzar que se haga un servicio, suspender características que se compraron originalmente, y, en casos criminales, la manipulación de la forma de manejo, provocar choques y accidentes o simplemente parar la operación masiva de todas sus unidades en determinada región, solo por dar algunos ejemplos.

Y si esto pudiera hacerse por criminales, terroristas, hackers, etcétera, la realidad puede superar a la imaginación.

Finalmente, en lo referente a la información personal, estos autos pueden documentar todos los lugares, duraciones y frecuencia con la que se visitan todos los lugares a donde se maneja, y esa información se puede vender a terceros para lograr un mejor perfilamiento de tus preferencias, tu situación económica, tus intereses, en fin, todas tus preferencias pueden ser vendidas sin que tu te enteres.

¿Qué puedes hacer como consumidor?

Realmente poco. Desde el punto de vista legal, revisar muy bien los contratos que se adquieren con la compra de un auto de este tipo. Buscar, por ejemplo, si como dueño de este tipo de autos, tu puedes desactivar o limitar funciones del software del auto y exigir total transparencia de lo que el fabricante puede estar recolectando de tu auto y en su caso validar si tienen que tener tu permiso para hacerlo o no.

Como decisión empresarial, estudiar los riesgos de tener solo un tipo de modelo y marca de flotilla, y evaluar los posibles escenarios en caso de sufrir un ataque o acción de un tercero que paralice o afecte a todos los autos simultáneamente.

Y, por lo tanto, esto debería de elevarse hasta los gobiernos de cada país, donde sus líderes deberían de evaluar qué modelos de autos pueden ser controlables y entonces prohibir o permitir su entrada al país, exigiendo la soberanía digital sobre los datos, los controles y las funcionalidades.

A manera de lista, tu como consumidor debes de tomar la iniciativa de saber que tanto se puede hacer de forma remota con tu auto:

1. Desactivar funciones conectadas (si el modelo lo permite)

Sin embargo, hacer esto puede deshabilitar ciertas funciones como navegación, asistencia o mantenimiento.

2. No vincular el auto con tu cuenta personal (si es posible)

Algunos modelos permiten operar sin iniciar sesión o sin crear un perfil en línea. Esto limita el acceso remoto personalizado.

3. Usar autos con arquitectura abierta o con menos funciones conectadas

Existen modelos menos dependientes del software remoto (generalmente versiones base o marcas menos centralizadas). También hay fabricantes que promueven la propiedad del software (en Europa y Japón).

4. Deshabilitar actualizaciones automáticas

Algunos vehículos permiten que tú apruebes o rechaces cada actualización. Si puedes, selecciona esta opción.

5. Considerar marcas más transparentes o con legislación local favorable

La Unión Europea está empezando a regular más estrictamente el control remoto y la soberanía de los datos del conductor. Algunas marcas ya lo cumplen.

6. Recomendaciones como consumidor responsable:

  • Pregunta por la arquitectura digital del auto, no solo por la autonomía o potencia.
  • Solicita por escrito si el fabricante tiene capacidad de apagar o limitar tu vehículo.
  • Si compras flotillas, considera la ciberseguridad como parte del análisis de riesgo operativo.
  • Consulta si hay regulación nacional sobre control remoto de vehículos (en muchos países aún no la hay).

Conclusión

Antes perder las llaves del auto era una tragedia. Hoy buena cantidad de autos eléctricos pueden decidir si los puedes operar o no.

En mi opinión, esto es tan delicado que me deja pensar que tal vez los autos tradicionales tienen su “encanto” así como ciertos modelos híbridos.

Espero que las regulaciones avancen y se vaya considerando que, si un auto es nuestro, las decisiones sobre el mismo también nos corresponden, por más novedoso que sea, debemos como consumidores tener la última palabra.


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